Con un gran esfuerzo día a día logramos llevar al bolsillo los recursos para satisfacer nuestras necesidades básicas; así también hemos conseguido hacernos de ciertas cosas para vivir cómodamente y hasta para ocasionalmente darnos ciertos gustos. Con aún mayor esfuerzo hemos obtenido bienes para darnos seguridad y estabilidad personal y familiar, para mantener un determinado estilo de vida o para hacernos de gratos momentos y experiencias. Quizá también tengamos un guardadito por si surge alguna emergencia o para ese plan que en el mediano o largo plazo queremos realizar. De todo eso somos dueños y ese caudal que hemos construido a lo largo de los pocos o muchos años, forma nuestro patrimonio. Es algo que nadie, nadie quiere perder, nadie nos enseñó como cuidar nuestro patrimonio, no todos realmente actúan con medidas eficaces y congruentes para conservarlo, o incluso, para hacerlo crecer.

 

Para poner en acción esas medidas de conservación y crecimiento, lo primero es aprender un poco a gestionar todos nuestros recursos. Por ejemplo; realizar un presupuesto anual, mensual y hasta semanal necesario para tomar mejores decisiones al momento de pagar las cuentas de supermercado o comprar esos caprichos con que de repente nos premiamos. En el presupuesto hay que considerar los ingresos fijos y los variables (si los hay), así como los gastos fijos, variables y contingentes (esos que nos agarran de sorpresa y nos desbalancean la quincena). Para este ejercicio requerimos una muy buena dosis de realismo, pero sin perder el optimismo y la sonrisa a la hora de pensar en los ahorros para las vacaciones, la universidad de los hijos o el retiro. La ejecución del presupuesto mes a mes y semana a semana será el reto, aunque haciéndolo con disciplina y sin perder de vista el objetivo, nos dará tranquilidad y una gran recompensa al llegar a la edad de retiro.

Si tanto esfuerzo y tiempo nos ha costado construir nuestro querido patrimonio, razones nos sobran para protegerlo ante cualquier amenaza de menoscabo o destrucción, ¿cierto? Son muy diversas las situaciones que ponen en riesgo nuestros bienes, nuestra salud y hasta nuestra vida: fenómenos naturales, accidentes vehiculares, enfermedades (COVID), robo… Y el instrumento más perfecto que hasta el día de hoy ha inventado la humanidad es el seguro. Un instrumento que ha sido precisamente diseñado para brindar tranquilidad, seguridad y cuidar tu patrimonio ante los desafortunados imprevistos. Con un seguro, se adquiere el respaldo financiero necesario para hacerles frente. Así, tenemos los seguros contra daños, como el seguro de auto, el de casa-habitación, los seguros empresariales, los que protegen el transporte de carga, los cibernéticos; también están los seguros de gastos médicos (menores y mayores) y los de accidentes (en viajes, excursiones, en la empresa o en el hogar) y, finalmente, los de vida, que al tiempo que se cubre el riesgo de muerte, invalidez, enfermedades terminales o sobrevivencia, también está diseñado para generar un ahorro creciente ( inversión) que nos permita cumplir nuestros metas financieras en el horizonte fijado. Por ello, no olvides poner en tu presupuesto la inversión que realizarás en tus seguros.

Finalmente, es relevante considerar establecer ciertas “reservas” de dinero de disposición inmediata para cuidar tu patrimonio. Es decir, contar con liquidez para los gastos contingentes y aquellos casos no cubiertos por nuestros seguros, ya sea porque no se cuenta con la cobertura específica o porque existe un deducible. Tengamos presente que casi todo es asegurable y más económico de lo que crees. Recuerda: “El seguro más caro, es aquel que no se tiene cuando se necesita”

En Jala Fianzas y Seguros, estamos para ¡jalar contigo!, para asesorarte en el cuidado y protección de tu patrimonio y acompañarte para que tomes las mejores decisiones. Ponte en contacto con nosotros.